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¡Casamiento!

Publicado por on Jueves, 1 diciembre 2011Sin comentario
¡Casamiento!

El aura de un casamiento invade a todos los invitados, no son sólo dos los que se casan, ¡parecería que todos lo hacemos!

Es que hay euforia en el aire. Las mujeres corremos desesperadas a ver qué nos podemos pone, algo que no haya pasado de moda, que nos entre desde el último casamiento que tuvimos… ¡o salimos a sumar combinando cosas prestadas!

Encima si llega a hacer calor parecería que todas quisiéramos ponernos algo blanco o de color natural. ¡JAMÁS!, decía mi abuela, nunca había que ir vestidas de ese color porque se opacaba a la novia (¡!). En eso, los hombres son más prácticos.

Tener un casamiento es tener “el evento”. Los casados aprovechan para salir otra noche solos, bailar y disfrutar hasta la madrugada y los solteros… desean volver “casados” (especialmente algunas solteras).

Hoy voy a contar algunas cosas que pasan en el culto católico (en otro momento me dedico a otros), algunas de ellas son similares a las que suceden en otros cultos.

El casamiento tiene generalmente dos partes dentro de la euforia: la Iglesia y la reunión posterior si la hubiera. Por supuesto, no vamos a hablar ahora del casamiento civil… ¡Llevaría otra nota entera!

El de la Iglesia es un momento muy importante y obviamente tiene su alta cuota de emoción. Algunas reglas de comportamiento que nos pueden servir son:

Regla número 1: Llegar puntuales. El casamiento, como en otra oportunidad dije, no es la fiesta y la comida, sino que arranca con el novio esperando en el altar.

Regla número 2: Antiguamente los parientes de la novia se sentaban (en la Iglesia Católica) de un lado y los del novio de otro. No es necesario que hagamos tal diferencia, en esto no soy tradicionalista, porque si hay más invitados o parientes de un lado que del otro se vería y sentiría feo.

Regla número 3: No hablar ni reírse en ningún momento que no amerite risa durante la ceremonia.

Regla número 4:  Apagar los celulares. ¡Básico! (Pero nunca está de más repetirlo).

Regla número 5: No empezar a criticar a los conocidos o parientes mientras se espera que llegue la novia.

Regla número 6: No saludar a la novia mientras va entrando hacia el altar y menos extenderle la mano.

Regla número 7: Cada uno de los invitados que llegan a la Iglesia no deberían ir a saludar al novio. Más allá de que pueda estar en un momento de reflexión personal, cualquiera sea el motivo,  seguramente va a estar nervioso y, además, cada beso o abrazo que reciba puede dejarle alguna marca o desacomodar su vestimenta.

Regla número 8: JAMÁS se critica el casamiento de NADIE. Cada uno elige lo que quiere. Tengo un muy querido amigo que llevó a la hermana al altar con camisa y traje negro, corbata colorado rabioso y pelo estilo rastas. El casamiento era muy formal, ¡pero se lo veía espléndido!

Regla personal: Me incomoda cuando se aplaude, en esto sí soy tradicional.

Llega el momento en que los novios salen hacia el atrio y se hace alrededor de la novia un aro cual boa constrictora que no la deja ni avanzar ni retroceder. ¡Todos la quieren tocar, besar, a ella y al vestido, como si no la fueran a ver nunca más, cuando lo más probable es que la vuelvan a ver en un rato! ¡Y ni hablar si son parientes que no ven hace mucho! La acaparan y le cuentan en ese momento anécdotas de cuando era chica y lo cambiada que está… ¡NOOOOO! Al novio se lo saluda, pero es una felicitación y listo.

Todos piensan que van a quedar mal si no los saludan al salir, y les aseguro por experiencia propia que entre tanta vorágine no se tiene ni idea de quién estuvo en la ceremonia y quién no, quién saludó y quién no.

Ceremonial - Casamiento B

Hay quienes cuando van viendo que la ceremonia está por terminar se acercan hacia la puerta. Ahora, les puedo asegurar que los más afortunados en ser los primeros en saludar a los novios, son aquellos que llegaron sólo cuando la ceremonia estaba terminando.

No se desesperen que no trae mala suerte: hay que darles espacio, dejarlos respirar, especialmente a la novia. Los que fueron participados sólo a la ceremonia deben saludar y felicitar, ahora, eso sí, ¡sin cara de resentimiento!