¡Casamiento!
El aura de un casamiento invade a todos los invitados, no son sólo dos los que se casan, ¡parecería que todos lo hacemos!
Es que hay euforia en el aire. Las mujeres corremos desesperadas a ver qué nos podemos pone, algo que no haya pasado de moda, que nos entre desde el último casamiento que tuvimos… ¡o salimos a sumar combinando cosas prestadas!
Encima si llega a hacer calor parecería que todas quisiéramos ponernos algo blanco o de color natural. ¡JAMÁS!, decía mi abuela, nunca había que ir vestidas de ese color porque se opacaba a la novia (¡!). En eso, los hombres son más prácticos.
Tener un casamiento es tener “el evento”. Los casados aprovechan para salir otra noche solos, bailar y disfrutar hasta la madrugada y los solteros… desean volver “casados” (especialmente algunas solteras).
Hoy voy a contar algunas cosas que pasan en el culto católico (en otro momento me dedico a otros), algunas de ellas son similares a las que suceden en otros cultos.
El casamiento tiene generalmente dos partes dentro de la euforia: la Iglesia y la reunión posterior si la hubiera. Por supuesto, no vamos a hablar ahora del casamiento civil… ¡Llevaría otra nota entera!
El de la Iglesia es un momento muy importante y obviamente tiene su alta cuota de emoción. Algunas reglas de comportamiento que nos pueden servir son:
Regla número 1: Llegar puntuales. El casamiento, como en otra oportunidad dije, no es la fiesta y la comida, sino que arranca con el novio esperando en el altar.
Regla número 2: Antiguamente los parientes de la novia se sentaban (en la Iglesia Católica) de un lado y los del novio de otro. No es necesario que hagamos tal diferencia, en esto no soy tradicionalista, porque si hay más invitados o parientes de un lado que del otro se vería y sentiría feo.
Regla número 3: No hablar ni reírse en ningún momento que no amerite risa durante la ceremonia.
Regla número 4: Apagar los celulares. ¡Básico! (Pero nunca está de más repetirlo).
Regla número 5: No empezar a criticar a los conocidos o parientes mientras se espera que llegue la novia.
Regla número 6: No saludar a la novia mientras va entrando hacia el altar y menos extenderle la mano.
Regla número 7: Cada uno de los invitados que llegan a la Iglesia no deberían ir a saludar al novio. Más allá de que pueda estar en un momento de reflexión personal, cualquiera sea el motivo, seguramente va a estar nervioso y, además, cada beso o abrazo que reciba puede dejarle alguna marca o desacomodar su vestimenta.
Regla número 8: JAMÁS se critica el casamiento de NADIE. Cada uno elige lo que quiere. Tengo un muy querido amigo que llevó a la hermana al altar con camisa y traje negro, corbata colorado rabioso y pelo estilo rastas. El casamiento era muy formal, ¡pero se lo veía espléndido!
Regla personal: Me incomoda cuando se aplaude, en esto sí soy tradicional.
Llega el momento en que los novios salen hacia el atrio y se hace alrededor de la novia un aro cual boa constrictora que no la deja ni avanzar ni retroceder. ¡Todos la quieren tocar, besar, a ella y al vestido, como si no la fueran a ver nunca más, cuando lo más probable es que la vuelvan a ver en un rato! ¡Y ni hablar si son parientes que no ven hace mucho! La acaparan y le cuentan en ese momento anécdotas de cuando era chica y lo cambiada que está… ¡NOOOOO! Al novio se lo saluda, pero es una felicitación y listo.
Todos piensan que van a quedar mal si no los saludan al salir, y les aseguro por experiencia propia que entre tanta vorágine no se tiene ni idea de quién estuvo en la ceremonia y quién no, quién saludó y quién no.
Hay quienes cuando van viendo que la ceremonia está por terminar se acercan hacia la puerta. Ahora, les puedo asegurar que los más afortunados en ser los primeros en saludar a los novios, son aquellos que llegaron sólo cuando la ceremonia estaba terminando.
No se desesperen que no trae mala suerte: hay que darles espacio, dejarlos respirar, especialmente a la novia. Los que fueron participados sólo a la ceremonia deben saludar y felicitar, ahora, eso sí, ¡sin cara de resentimiento!